Nadine es una mujer joven, tiene rostro, brazos y manos como los seres humanos, pero en lugar de aprender a través de la experiencia, utiliza una base de datos para analizar millones de posibilidades antes de tomar una decisión. Se trata de una robot social cuya inteligencia artificial le permite trabajar como recepcionista en el Institute for Media Innovation de la Universidad Tecnológica Nanyang, en Singapur.
Un ejemplo similar en Chile es Patricia, una asistente digital que ayuda a los pacientes en las tareas administrativas de la salud, la que ya está trabajando en la mayoría de las clínicas nacionales. Fue desarrollada por ENIAX, empresa que aplica IA en servicios del sector de salud. Si bien no tiene apariencia física, Patricia es capaz de aprender de las interacciones y adquirir constantemente nuevos conocimientos para ayudar a los pacientes.
Estos son solo ejemplos de las múltiples formas tecnológicas que están impactando las estructuras de trabajo en la actualidad. Los softwares, programas, drones, máquinas y robots desempeñan funciones específicas que han ido reemplazando al capital humano en distintas áreas, como la manufacturera, administrativa, de servicio al cliente e incluso de cuidado.
Y es que, en muchas tareas, la tecnología ha probado ser más eficiente que una persona. De acuerdo a una nueva actualización de la Corporación Internacional de Datos (IDC), se estima que el gasto mundial en soluciones de robótica y drones ascenderá a más de $100 mil millones en 2018, un aumento de más de un 20% respecto al año pasado. Las soluciones industriales representarán la mayor parte del gasto (70%), seguidas de los robots de servicio y los de consumo –para servicios domésticos de limpieza o juguetes, entre otros–.
Sin embargo, Nadia Magnenat Thalmann, científica informática especializada en la investigación de humanos virtuales y robots sociales, y creadora de Nadine, asegura a ACHAP que la tecnología y automatización de funciones llegó para complementarnos, no reemplazarnos.
“La veo como algo positivo si nosotros, los humanos, la usamos para ayudarnos en las muchas tareas en que necesitamos ayuda extra: en el hogar, la oficina, en restaurantes, entre otros”, dice la investigadora. “Deberíamos usar los robots para facilitar nuestra vida y darnos más tiempo para nosotros mismos, para pensar y seguir adelante”.
El desafío creativo
Matthew Lydiatt, socio de ENIAX y uno de los desarrolladores de Patricia, explica a ACHAP que la automatización y la IA tienen múltiples funciones, incluso algunas creativas. Sin embargo, coincide con la idea de Thalmann: los robots o entidades virtuales inteligentes no vienen a desempeñar el rol de los humanos, sino a complementar ciertas tareas específicas.
“Hay gente que trabaja con la composición visual de imágenes, con robots de IA que han hecho trailers, guiones de película, de todo. Pero siempre en el ámbito del experimento, cuando se busca reemplazar al creador”, dice Lydiatt y agrega que, en general, las herramientas que mejor funcionan son aquellas que complementan el trabajo de las personas.
Al hablar del futuro de la industria creativa, Lydiatt dice que el área que podría verse más afectada por la automatización es la administrativa, como ha sucedido en otros campos laborales. En cambio, el trabajo creativo y de innovación podría potenciarse con las nuevas tecnologías.
“Un robot o un computador no puede reemplazar a un humano, sino permitirnos ir más rápido y, eventualmente, proveernos de herramientas para hacernos más creativos”, dice Thalmann, agregando que hoy ya suceden cosas similares: sin los programas de diseño disponibles, por ejemplo, ciertas tareas se harían mucho más difíciles. Según cuenta, un robot podría incluso mejorar los softwares existentes y apoyar a los humanos en procesos creativos.
“De todas las cosas que se pueden reemplazar, la creatividad es probablemente una de las últimas. Al contrario: para la creatividad esto es un campo muy fuerte y rico”, finaliza Lydiatt.