La pregunta más repetida de los difíciles días que estamos viviendo es ¿Qué deben hacer y cómo deben enfrentar las marcas la difícil situación actual?
Han surgido algunas iniciativas comunicacionales llamando a #quedarse en casa con distintos resultados, pero muchas de ellas utilizando básicamente el mismo discurso e imágenes muy similares.
Y también loables iniciativas efectivas como desarrollar sus servicios de forma online, o delivery o directamente fabricando mascarillas, guantes, alcohol gel y otros productos ajenos a sus productos habituales para ayudar a colaborar en la detención de esta pandemia.
Nadie tiene la varita mágica para responder a lo que las marcas requieren en una situación que ningún ser humano de la actualidad vivió con anterioridad en toda su sacrificada vida.
El Delivery sin duda que es una excelente forma de resolver las necesidades de la gente en situación de cuarentena. Y vaya que está resultando.
Pero hay otro delivery que a pesar de las circunstancias actuales crece y crece cada día: el delivery de las Fake News. El envío deliberado de mensajes falsos.
Y me detengo aquí para expresar que tanto o más culpable que el que las genera es el que las comparte. Es éste el que finalmente crea el caos, el odio y la paranoia de personas que no se dan a la tarea de investigar las fuentes de los mensajes que reciben.
Pongo dos ejemplos personales respecto a cómo actúan las personas ante una información falsa.
Hace algunos años publique en mi Facebook un mensaje que decía “Ayudemos a salvar al albatros dorado de la laguna Saint Croissant”, con la hermosa foto de unos patitos nadando en alguna laguna de algún lugar del mundo. El asunto es que mi página se lleno de respuestas como “Si hay que salvarlos. Industrias desgraciadas van a terminar con la vida silvestre. El mundo se está acabando por la culpa de los empresarios ambiciosos. Qué lindos los patitos, no los podemos dejar morir…”

El asunto es que la laguna de Saint Croissant no existe y los albatros dorados no existen, por lo menos en esa isla.
Hace una semana publique un retrato pintado por Picasso con el texto: “Definitivamente la pintura no es lo mío. No sé, la cara me queda chueca, la nariz pa cualquier lado y los ojos se salen de la cara. Mejor me dedico a otra cosa para pasar la cuarentena”.
Al poco rato recibí respuestas tales como “Jaime, acuérdate que a Picasso también le pasó lo mismo. A mí me gusta jajajaja. No te desanimes, sigue practicando. Bravo maestro no está nada de malo…” Y las respuestas siguieron a pesar de que en algún momento publiqué “Para que vean el valor de una firma. Este cuadro efectivamente es un Picasso”.

¿Y a qué voy con esto?
Pienso que las empresas hoy tienen la obligación de hacerse parte de la solución de los problemas con respuestas reales y concretas. Y tienen que considerar en sus mensajes que finalmente la gente las tiene en la mira y más que entender lo que están diciendo, justamente por no leer ni investigar, entiende lo que quiere oir. Y eso no siempre es bueno.
No es perdonable que las Isapres hubiesen siquiera insinuado que en una situación como ésta van a subir el valor de sus cuotas. Eso es no entender ni el estallido social ni la situación actual que justamente se genera donde las Isapres tienen la mayor responsabilidad : La salud de las personas. ¿Tienen idea de la cantidad de memes y noticias falsas que puede generar una aberración como esa?
Y creo además, considerando el daño que las Fake News generan en la gente, haciéndola tomar medidas equivocadas como diagnosticarse un determinado remedio milagroso, o salir a la calle a comprarlo todo porque todo se va a acabar o crucificar a algún personero porque dijo algo que nunca dijo o porque vio una foto de Nicaragua del 2015 como si eso estuviera pasando en Chile hoy, creo que considerando todo eso, es el momento de hacer una campaña clara, creativa, convincente para que la gente no crea ni comparta noticias o información sin comprobar su origen, en otras palabras ayudar a terminar o desacreditar a los que hacen uso deliberado del falso delivery informativo.
