En la última edición de +Cartagena, evento realizado el pasado mes de septiembre en Cartagena de Indias, Colombia, fue el mismísimo presidente de dicha nación, Iván Duque, quien declaró que quería convertir al país caribeño en el “Silicon Valley de las industrias creativas”. Las palabras del mandatario reflejan la importancia que la economía creativa, concepto acuñado a principios de este siglo por el británico John Howkins, está cobrando para distintas regiones alrededor del globo.
Según la UNCTAD (United Nations Conference on Trade and Development), entre 2002 y 2015, la contribución de la economía creativa al mercado mundial se duplicó, pasando de US$208 mil millones a US$509 mil millones en ese periodo. Chile no se ha quedado atrás en los esfuerzos por incentivar este sector, con distintos programas impulsados por el Gobierno y el sector privado cada vez más abocado en sacar provecho de las industrias que permitirán al país, en un futuro no muy lejano, diversificar sus líneas de producción y dejar de depender de las industrias extractivas.

Hoy, las naciones más prominentes en la economía creativa son Estados Unidos, China, Francia e Inglaterra. El británico John Howkins, creador del concepto, académico, autor y propulsor de las industrias creativas en el Reino Unido, cuenta en exclusiva para A! Magazine, que la importancia de estas industrias no es algo particular de una sola región. “Es lo mismo en todos lados: la economía creativa es la principal forma para crear nuevos productos y agregar valor a los existentes. El valor de la economía creativa de un país depende de la ambición y determinación de las personas –y el talento. Ciertamente, sin insumos creativos, una economía se deteriora”, señala Howkins.
Pero, ¿dónde está Chile respecto de las grandes potencias? ¿a quién debe mirar? Y, ¿cuál es su potencial real para transformar efectivamente a sus industrias creativas en un motor de desarrollo integral? Para el experto británico, Brasil y Colombia hoy son los líderes de la región. Sin embargo, señala que, aunque muchas de sus políticas son relevantes para Chile, no deberían ser copiadas al dedillo, sino utilizadas para estimular nuevas estrategias de acción. Para David Parrish, también británico y experto en industrias culturales y creativas, y autor de varios libros al respecto, hay algo en común que une a la región: “Veo mucha abundancia de creatividad en las personas. Y también veo que esa creatividad está evolucionando en una actividad económica, por individuos y negocios, y se está transformando en una parte importante de las economías de esos países”, dice Parrish.
Veo mucha abundancia de creatividad en las personas. Y también veo que esa creatividad está evolucionando en una actividad económica, por individuos y negocios, y se está transformando en una parte importante de las economías de esos países
John Howkins
Colombia: Un gobierno con la camiseta NARANJA

Colombia es un caso emblemático en la región latinoamericana. Tanto el presidente de la República, Iván Duque, como el viceministro de Creatividad y Economía Naranja, Felipe Buitrago Restrepo, han puesto su mirada en el desarrollo de la economía creativa, con su estrategia Colombia Crea 2030, la que presenta un conjunto de políticas públicas y acciones en pos de consolidar al sector creativo como uno estratégico de su economía. Hoy, estas industrias representan el 4% del PIB el país.

Según datos del Ministerio de Cultura, a un año de iniciado el periodo presidencial de Duque, Colombia ya muestra sus primeros logros, entre los que destacan la creación del Viceministerio de la Creatividad y la Economía Naranja; un 165% de deducción en el impuesto a la renta a inversiones y donaciones en proyectos culturales y creativos; cerca de US$ 250 millones destinados a apoyar el sector cultural y creativo, a través de agencias y programas de Gobierno; un aporte a la economía colombiana de cerca de US$ 5 mil millones, desde los sectores de la cultura y la creatividad, y con un 42% de empresas colombianas creadas en este periodo, pertenecientes a la “economía Naranja”.
Uno de los casos más exitosos en Colombia y, a nivel latinoamericano, es Rappi, empresa de delivery móvil, que en septiembre de 2018 se convirtió en el segundo “unicornio” de Colombia (después de Lifemiles, de Avianca), lo que significa que logró una valoración de al menos US$ 1.000 millones. Rappi hoy cuenta con 1.500 empleados y 25.000 repartidores en los países donde tiene presencia, mientras que las estimaciones dicen que solo en Colombia tiene 13 millones de usuarios.
Brasil: Masividad y creatividad
Brasil cuenta con una sólida economía creativa. En 2017, el aporte del sector representó un 2,61% del PIB total del país. Según el informe Creative Economy Outlooks: Trends in international trade in creative industries, publicado en 2018 por Naciones Unidas, Brasil es hoy uno de los mercados culturales más grandes en todo el mundo, y el gobierno ha reconocido la importancia de las industrias creativas al crear un Secretariado para la Economía Creativa, que tiene un carácter permanente y que depende del Ministerio de Cultura del país. Un ejemplo del desarrollo de Brasil en este ámbito es Porto Digital, con base en la ciudad de Recife, el hub digital y cultural más exitoso e innovador, que cuenta con 265 empresas e instituciones que van desde el rubro de las TIC (tecnologías de la información y comunicación), la economía creativa, y la tecnología para las ciudades.
Según el reporte Mapeamiento de la Industria Creativa en Brasil, realizado por la empresa Firjan Senai, en 2017, las industrias creativas contabilizaron 245 establecimientos de trabajo, cuyo principal insumo de producción son las ideas. Esto representa un aumento de 2,5% respecto de 2015.

Aun así, Leandro Valiati, pos-PhD en Economía de Desarrollo y Economía Creativa por la Universidad Sorbonne de París (doctor por universidad Federal de Brasil) y miembro de la mesa directiva del Policy and Evidence Centre for the Creative Industries del Reino Unido, señala que a pesar de la gran riqueza cultural que tiene su país, “está todavía lejos de una política estratégica y una inversión estructural en el área. Por supuesto, es posible encontrar grandes iniciativas en algunas instituciones privadas, pero no es suficiente considerando la riqueza y potencial de la cultura y las industrias creativas en un país como Brasil”, agrega Valiati.
Brasil es uno de los mercados culturales más grandes en todo el mundo, de acuerdo al reporte Creative Economy Outlooks, de Naciones Unidas. El gobierno ha reconocido la importancia de este sector, con la creación de un Secretario para la Economía Creativa
Leandro Valiati
CHILE: Con la mirada puesta en el futuro

A pesar de que el mercado no tiene la masividad de Brasil ni las políticas públicas con las que cuenta Colombia, el Gobierno se ha enfocado en crear programas que puedan impulsar el desarrollo de la economía creativa en el país. Según los últimos datos publicados por el ejecutivo en el informe Actualización del impacto económico del sector creativo en Chile de 2016, las industrias creativas aportaron un 2,2% al PIB del país entre 2008 y 2013. Recién en 2017, la ex-presidenta Michelle Bachelet lanzó el Plan de Fomento a las Economías Creativas, que tiene como fin hacer de esta actividad un motor de desarrollo social, cultural y económico para el país. Por otro lado, son distintos los organismos que hoy abocan sus esfuerzos en dar a conocer los productos y servicios creativos que Chile ofrece al extranjero. Uno de ellos es Chilecreativo, un programa público–privado impulsado por Corfo, que busca potenciar este sector en el país. Este prioriza cuatro subsectores: música, editorial, diseño y audiovisual.
Felipe Mujica, gerente del programa, cuenta que en Chile “estamos logrando capitalizar una imagen de base regional latinoamericana, como hub local para que se instalen empresas globales de videojuegos, animación, etc., gracias al compromiso del estado por medio de programas como Chilecreativo, pero especialmente por lo atractivas que son las startups y empresas de las industrias creativas nacionales, que sirven de aliado local para estas compañías globales”, dice.
Si bien los sectores más prominentes dentro de las industrias creativas nacionales son la editorial y la publicidad, Felipe Mujica, gerente de Chilcreativo, vislumbra potencial en dos rubros: animación y videojuegos
Felipe Mujica
Mujica cuenta que, si bien los sectores más prominentes dentro de las industrias creativas nacionales siguen siendo el sector editorial junto a la publicidad, él vislumbra potencial en dos industrias en particular. “Los sectores que veo dinámicos ahora, haciendo cosas interesantes a nivel de negocios y de industria, son la animación y los videojuegos. Están logrando atraer, y no por el Óscar, la atención de grandes firmas internacionales, que ven que pueden establecer una base en Chile para trabajar con talento de Latinoamérica”. Mujica entrega como ejemplo a la empresa de animación Zumbastico Studios, que fue comprada por una compañía canadiense. “Es una empresa que hace animación, e incluso está sacando nuevos productos y vendiéndolos a plataformas más grandes. Yo diría que la animación está en un círculo virtuoso ahora mismo”, cuenta Felipe Mujica.
Respecto de los videojuegos, cuenta que “también hay empresas grandes que están viendo que acá se pueden hacer negocios, que hay contraparte. No somos un mercado muy grande, 18 millones de habitantes. No es que quieran conquistar el mercado chileno, sino que les interesa efectivamente asociarse con compañías locales por el potencial de trabajar con actores de Latinoamérica desde acá”.
La infraestructura de negocios en Chile es fuerte, lo que es una ventaja para cualquier sector, incluyendo el creativo. Por supuesto que hay diferencias culturales, y Chile competirá exitosamente con otros países en ciertos subsectores de las industrias creativas”, señala finalmente Parrish.
Para John Howkins, la propiedad intelectual es la “moneda de cambio” de la Economía Creativa. Avanzar en sus mediciones ayudaría a cuantificar el valor que generan las ideas:
La propiedad intelectual trata sobre las leyes, y los gobiernos son los que las hacen. Entonces las compañías utilizan estas leyes en sus negocios. No se trata solamente sobre proteger la propiedad intelectual, pero sobre cómo crearla. Los gobiernos también tienen una responsabilidad de balancear el interés público con el privado. La propiedad intelectual es la moneda de cambio de la Economía Creativa.
John Howkins
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