Tres capítulos de 90 minutos cada uno. Con eso le basta y sobra, a esta miniserie producida por la BBC, para convertirse en la primera sorpresa del año. Basada en la clásica novela de Bram Stoker, es una ficción creada por Mark Gatiss y Steven Moffat, los mismos tras la serie “Sherlock”. Ese dato es fundamental, porque la escritura y el tono son muy similares a la ficción sobre el excéntrico detective, con humor negro o sarcasmos en momentos serios, giros imprevistos y un modo de narrar como si alguien nos estuviera contando un cuento.
El plan del Conde Drácula es mudarse a Inglaterra y le tiende una trampa a un abogado que llega a su castillo en Transilvania, alimentándose de él: Harper envejece, mientras Drácula rejuvenece a lo largo de un mes, mientras el abogado busca a otra persona retenida en el castillo y devela rápidamente de qué trata todo. “Somos lo que comemos”, dice Drácula, refiriéndose a su predilección por chupar la sangre de intelectuales o gente de clase alta. “Eres un vampiro”, le dice Harper con asco. “Y tú eres un abogado”, le responde el Conde. “Nadie es perfecto”, agrega con una sonrisa.
En este relato, un personaje importante es la Hermana Agatha, interpretada sólidamente por Dolly Wells y que acompaña el relato, siendo la protagonista/antagonista de Drácula, mientras el Conde tiene un aire algo sexy y elegante en la interpretación de Claes Bang.

Entretenida, muy bien escrita, con una dirección artística espléndida y con tres episodios bien armados y sorprendentes cada uno, “Drácula” no es la versión romántica que llevó Francis F. Coppola al cine con Gary Oldman y Winona Ryder. Esta versión de la BBC, inteligentemente, deja esa parte de lado y opta por llevar incluso a Drácula al presente. El resultado es jugado y muy seductor.
