La creatividad, como la ciencia, tienen una virtud que pocos sectores poseen. “Ambas tienen la gracia de aludir a cualidades intrínsecamente humanas”, dice José Miguel Benavente,   especialista líder de la División de Competitividad e Innovación del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), como lo son la curiosidad, el juego y las emociones. Para Benavente, se trata de territorios que el hombre conoce y puede conquistar fácilmente, y por ende, representan grandes oportunidades de crecimiento. “Es cuestión de empezar a construir sobre eso”, dice.

José Miguel Benavente, ingeniero civil industrial y doctorado en Economía en la Universidad de Oxford, es uno de los hombres que está empujando el concepto de economía creativa en la región, un término que agrupa a todas las actividades, en cuyo centro se encuentra la creatividad. Hace diez años, Benavente comenzó a investigar y conceptualizar sobre este sector, hasta ahora poco estudiado por la macroeconomía tradicional, al igual que la ciencia y la innovación.
En América Latina, Colombia ha sido el primero de la región en acuñar el concepto de economía naranja para referirse a estos sectores. Uno de sus autores, Iván Duque, hoy es presidente de Colombia y ha impulsado políticas públicas concretas para el fomento de este sector. Como ellos, el trabajo de Benavente busca demostrar que existen argumentos económicos para apoyar el desarrollo de las industrias creativas, tanto a nivel privado como de políticas públicas.

José Miguel Benavente   
Especialista líder de la División de Competitividad e Innovación del Banco Interamericano de Desarrollo (BID)

En su último paper junto a Matteo Grazzi, titulado Políticas Públicas para la creatividad y la innovación (2017), Benavente define economía naranja (o creativa) como “el grupo de actividades a través de las cuales las ideas se transforman en bienes y servicios culturales y creativos, cuyo valor está o podría estar protegido por derechos de propiedad intelectual (DPI)”. 

La economía creativa estaría conformada por tres grupos: las actividades culturales y artísticas, las industrias creativas y las actividades que brindan apoyo creativo a las industrias tradicionales, como la publicidad. Estimaciones recientes muestran que la industria creativa y cultural genera ingresos de US$ 2.250 mil millones y 29,5 millones de empleos a nivel mundial.

“El elemento central que los caracteriza, así como en la innovación y en la ciencia es el conocimiento, en el caso de las industrias creativas y el arte, es la creatividad. Pero las manifestaciones que tienen, así como su régimen de incentivos, son distintos”, dice Benavente. Históricamente son dos sectores que se han mirado con recelo, pero que pueden nutrirse mutuamente si se aglutinan como un gran ecosistema creativo, propone el experto.

“Siempre te vas a encontrar con que el mundo de la ciencia detesta un poco al mundo de la innovación, y el mundo del arte y la cultura, detesta a las industrias creativas”, dice Benavente. “Pero hay que tender los puentes entre estos dos mundos, entender que cada uno tiene un rol”.

Hoy en Chile, el Gobierno estima que la economía creativa representa el 2% del PIB, de acuerdo al estudio “Actualización del impacto económico del sector creativo en Chile”, con datos de 2013. Aunque, las autoridades reconocen que las mediciones son parciales, y que falta avanzar.

Una de las formas de evaluar el aporte que generan los sectores creativos en una economía es observando la propiedad intelectual. Aunque a veces esto no es suficiente. Solo el 7% de las patentes en el mundo, genera royalty, es decir, recursos financieros. 

El resto, son inventos o creaciones, que la sociedad no valora como consumidor. “Para generar valor hay que pensar en los usuarios, allí la creatividad puede jugar un rol, en el diseño y publicidad”, dice Benavente. Por eso, otra forma de medir su valor económico es considerando, entre cosas, el número de empresas existentes, las ventas que generan, los empleos que crea y sus exportaciones.


Ideas para   fomentar las industrias creativas en Chile

Para fomentar el crecimiento de las industrias creativas es necesario el apoyo del Estado y los jugadores privados, dice José Miguel Benavente. En Colombia, por ejemplo, el concepto de economía naranja se tradujo en políticas públicas de apoyo, no solamente del arte y la cultura, sino también de las industrias creativas. “Colombia, de hecho,  fue el primer país del mundo que tuvo cuentas satélites para contabilizar económicamente el valor que aportan estos sectores”.

La institucionalidad del arte y la cultura se ha desarrollado con mayor robustez en la región, con el respaldo de instituciones como los ministerios. Pero las industrias creativas, han sido menos visibles. “El arte y la cultura generalmente se han financiado con donaciones del mundo privado, que es contra nada, porque los que donan no esperan un resultado económico. Pero en la industria creativa sí hay incentivos de mercado. Los privados podrían invertir en un Venture capital para empresas que están partiendo, como lo hacen con la innovación”, agrega.

En ese sentido, cree que una solución para incentivar el desarrollo de las empresas creativas es desarrollar fondos públicos de apoyo a las start ups de base creativa –y no solo tecnológicas–, así como modelos de Venture capital. “Los capitales de riesgo chilenos todavía no ven a las industrias creativas como un potencial de generación de valor, porque están en el límite. Pero, Cornershop, por ejemplo, es una forma creativa, estrictamente hablando, de organizar una plataforma, desde el punto de vista del diseño y de entender la idiosincrasia colectiva”, dice.

Apple es otro ejemplo de una empresa creativa. “Toda la tecnología que está en los teléfonos el wifi, el GPS, el transistor, fueron desarrolladas por el mundo público. ¿Qué hizo Apple? Ponerlo en una estética, una funcionalidad que le genere valor a quien lo consume. Ese es el desafío”.

“Solo el 7% de las patentes en el mundo, genera royalty. Para generar valor hay que pensar en los usuarios, allí la creatividad puede jugar un rol, en el diseño y publicidad”

Para que las industrias creativas puedan despegar, reconoce que los mercados deben ser más ricos y amplios. Por eso, cree que los nuevos emprendedores deben apostar a competir con el mundo. “Uno de los grandes problemas que tiene la extracción de recursos naturales es que si bien nos permite vivir como país, eso es a costa del medio y las comunidades”, dice José Miguel Benavente. “Las industrias creativas, al revés. Puedes utilizarlas para impulsar o mejorar esa agenda, y tienen esa otra dimensión que las vuelve valiosas, de rescatar el patrimonio”.

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