Es un centro de referencia en el mundo de la publicidad, el marketing y las comunicaciones, y su método, que es atípico, se basa en tres pilares: aprender haciendo, usar casos reales y vivir una etapa de frustración en la curva de aprendizaje.
Nació en Suecia pero en sus más de 20 años de vida se extendió a otras latitudes: Singapur, Inglaterra, Estados Unidos y Brasil, desde donde atienden a países de América Latina como México, Colombia y Argentina. Hoy cuenta con más de 5.000 alumnos entre part-time y full-time; sus colaboradores activos exceden los 250; y en su sitio web destacan la experiencia con programadas acreditados en temas como medios digitales o transformación de negocios. En 2017 trabajaron con 1.200 organizaciones en distintos países donde tienen presencia y 28.400 personas pasaron por sus aulas o estudiaron sus cursos online.
Esos son algunos de los datos duros de Hyper Island, una escuela que diseña experiencias de aprendizaje para personas y empresas. A diferencia de otros centros formativos o de asesorías, aquí se practica una metodología propia, con casos y expertos reales de diversas industrias. Esto último lo aplican en cada una de las escuelas que pertenecen a su red global y también en los servicios que ofrecen a empresas. “Es un centro de excelencia en el mundo de la creatividad”, afirma desde Sao Paulo Nathalie Trutmann (46), directora para América Latina de Hyper Island, cargo que ejerce hace cuatro años y medio.
La génesis
El origen de la escuela está en Suecia, en 1996, cuando tres emprendedores en multimedia -Jonathan Briggs, David Erixon y Lars Lundh-, debieron hacer una campaña nacional de concientización a pedido del gobierno, en lo que, en ese minuto, era la tecnología de punta: CD-ROM. “No existía suficiente mano de obra en el mercado para contratar y poder atender esa demanda. Se dieron cuenta de que había una oportunidad de negocio, de crear un modelo educacional donde siempre se consiguiera formar gente que estuviera lista para el mercado, independiente de la tecnología del momento”, recuerda Trutmann. Bajo esa premisa nació Hyper Island, basada en tres pilares: aprender haciendo, problemas reales y que la curva de aprendizaje incluya una capa de frustración o fricción. “Para realmente aprender, debes enfrentarte con algún fracaso o frustración, para que bajes tus barreras y te abras a lo nuevo. Esto te induce a salir de tu zona de confort. Si sólo tienes éxito, ¿por qué entonces tienes que aprender?”, explica la directora para América Latina.

Hyper Island no es un caso aislado, sino que está inserto en una tendencia más global. Nathalie Trutmann, directora para América Latina, la llama “aprender haciendo”: “Un 10% es contenido y un 90% es hacer cosas (…). No esperar que las personas vengan a responder tus preguntas”.
Escuelas y entrenamiento para ejecutivos
Arrancaron fundando una escuela, primero en Karlskrona y luego en Estocolmo -Suecia-, con cursos o programas más largos para jóvenes, con el foco en agencias de publicidad y profesionales del área del marketing. “Como las empresas entregaban problemas reales en los que los estudiantes trabajaban, y estos últimos tenían prácticas como parte del aprendizaje, las compañías comenzaron a ver que estos trabajadores eran muy diferentes en su comportamiento, en su forma de resolver los desafíos”, dice Trutmann. Fue así como algunas empresas, hace cerca de 10 años, llegaron hasta Hyper Island interesados en los cursos que impartían, pero para sus ejecutivos. “Les interesó el modo en que se genera colaboración y co-creación”, apunta la directora.
De este modo nació el segundo brazo del negocio, llamado business transformation. En palabras simples, programas de entrenamiento y consultoría para ejecutivos y líderes de empresas. Esta área se radicó en Sao Paulo, Brasil, y desde ahí Hyper Island atiende a países de América Latina. En Brasil no hay escuelas; actualmente sólo existen en Suecia, Inglaterra y Singapur. “Las empresas tienen un modo más de control, top-down, y están migrando, porque eso no les garantiza que sean lo suficientemente ágiles para las necesidades del mercado”, señala la directora. Para ello, Hyper Island tiene programas de corta y larga duración. En total, han trabajado con cerca de 4 mil ejecutivos de distintas empresas, en sectores como industria farmacéutica, educación e innovación.
Aprender haciendo
La escuela de Hyper Island es atípica: asisten a ella personas entre los 18 y 40 años, y se puede ingresar al salir del colegio, por ejemplo, o luego de cursar una maestría. Antes de la universidad o después, o bien en reemplazo de esta. Y ofrecen programas de seis meses de duración, de un año y medio, o de dos años. En la lista de cursos figuran digital media master, data strategy y business transformation, entre otros.
¿Qué se enseña? No creen en gurús y la base es crear profesionales que estén listos para salir al mercado. “Tiene que ver con el comportamiento… qué quiere decir colaboración y co-creación en la práctica, cómo esa persona se comporta y cómo lidera”, detalla Trutmann, quien añade que eso se traduce en tener más preguntas que respuestas, como parte del proceso de aprendizaje. También, en no usar en verdades absolutas y estar conscientes de que la inteligencia del grupo es mayor que la individual.
Hyper Island no es un caso aislado, dice la ejecutiva, sino que está inserto en una tendencia más global, que ella llama “aprender haciendo”: “Un 10% es contenido y un 90% es hacer cosas (…). No esperar que las personas vengan a responder tus preguntas”, grafica.
Pero, ¿de qué se trata la metodología de aprender haciendo? En todas las entregas que hace Hyper Island “se utilizan herramientas simples pero poderosas”, detalla Trutmann. Una de ellas se llama Mash-Up Innovation: un ejercicio donde los alumnos deben hacer brainstorming de tecnología, necesidades humanas y fuentes de datos. A partir de eso, escogen un elemento de cada ámbito y realizan un mash-up, es decir, prototipar una idea en poco tiempo, presentarla al grupo y recibir feedback. “Parece muy simple pero es muy poderoso, porque muestra cómo a veces con menos tiempo, con variables inusitadas y un grupo diverso, se pueden crear cosas diferentes, porque eso finalmente es la creatividad”, ejemplifica la directora para América Latina.
No es lo único. La creatividad se trabaja también con la herramienta Jobs To Be Done -del académico estadounidense Clayton Christensen-, para entender mejor cuál es la necesidad que se está tratando de solucionar, con un producto o una marca. Trutmann cita el caso del milkshake de McDonald’s. “Se pensaba que era una bebida pero con investigaciones entendieron que funciona como una compañía para los norteamericanos que tienen que hacer trayectos diarios de 40 minutos”.
Una tercera herramienta que se usa en las aulas de Hyper Island es la llamada Value Proposition Canvas. Con esto, “la idea es devolver la mirada a las necesidades humanas antes que a las tecnologías”, dice la directora de Hyper Island para América Latina.
Otra metodología sencilla que emplean es que en vez de que los profesores le proporcionen toda la información de un tema a los alumnos, les entreguen referencias y tiempos cortos para que ellos busquen de qué se trata dichas menciones. “En esa búsqueda aprenden muchas cosas”, apunta Trutmann.
Todo esto, con el foco en salir del modelo tradicional en el cual el estudiante, o el ejecutivo, espera pasivamente del profesor “eso que traes para enseñarme”, añade la directora para América Latina. En esta escuela creen que muchas veces las estructuras -ya sean educacionales o laborales- impiden que fluya la creatividad. Y en este escenario, el alumno debe asumir parte de la responsabilidad en su propia experiencia de aprendizaje.