Estar en cuarentena nos tiene a casi todos encerrados en la casa. Muchos yendo a trabajar desde la cama al living, si el internet te lo permite. La productividad asombrosamente subió. Con reuniones cada media hora, nos conectamos por Google o Zoom o Meet todos asombrosamente coordinados.
Día 1: Todos poniéndonos en un lugar digno de la casa, peinados y duchados como una reunión lo merece. Más si es con cliente.
Día 2: Para qué me pongo pantalones, si no se ve.
Día 3: No alcancé a cambiarme mi polera de domingo. Tampoco están los ánimos para aparentar. No dormí bien, así que esta es mi cara y punto.
Día 4.: No sé si todo el directorio está en pijama o no, pero hace rato que dejó de ser importante la apariencia y curiosamente la honestidad de cómo realmente somos se tomó la pantalla.
Día 5: No importa la hora. Todos nos sinceramos. Los silencios están permitidos y las discusiones más íntimas se alargan, casi no te das cuenta que te comiste toda la hora de almuerzo hablando con tu cliente.
Día 6: ¿Qué pasaría si las marcas se mostraran en pijama? ¿Si dejaran de verse bonitas para mostrarse como son? Si cada marca se sincerara y nos dijeran a todos cómo se levantaron esta mañana. Que están nerviosas porque las ventas bajaron. Que están despeinadas, sin dormir porque el dólar está por las nubes. Que están ansiosas por hablar, pero temerosas por no ser impertinentes o aprovechadoras. ¿Qué pasaría si las marcas se sinceraran? Que dejaran los discursos de lado y pasaran a hablarnos sin maquillaje. ¿Qué pasaría si las marcas se mostraran en pijama?
En mi humilde opinión, creo que sería un gran avance para la retórica de un país acostumbrado a las apariencias. Tan acostumbrados a ocultarnos, que necesitamos de un estallido para mostrar lo que sentíamos y ahora de una pandemia para descubrir cómo realmente somos y que en medio de tanta cuarentena, somos mucho más interesantes siendo honestos y que tenemos pijamas muy lindos.

Director General Creativo de TBWA\Frederick