La animación para adultos en Estados Unidos no es tan variada, pero de tanto en tanto surge alguna que trata de disputarle el espacio a otras ya clásicas, como “South Park” o “Padre de familia”. “Rick y Morty” no solo cabe dentro de ese selecto grupo sino que ha terminado superándolas. 

Para decirlo claro: “Rick y Morty” es la mejor serie animada del momento. Un portento visual –la gama de colores, las posibilidades de los dibujos, el universo construido que la hace única- y unos guiones inteligentes, incorrectos y muy graciosos. Eso es parte de lo que trae su cuarta temporada, luego de dos años de silencio y con tan solo cinco episodios de 22 minutos: los restantes cinco de este ciclo se emitirán en algún momento de 2020.

Rick -el científico loco, alcohólico y egoísta- y su nieto Morty –un chico de 14 años que adora a su abuelo y que es un poco tímido y torpe- traen más aventuras en mundos paralelos, con evidente símil de la saga “Volver al futuro”, donde son tan importantes los chistes y los guiños a la cultura pop (en esta temporada, a la película “Akira” y la saga “Terminator”) como las profundidades de los personajes y sus interacciones, que la elevan muy por sobre la típica serie de gags.

En esta vuelta, y de un modo incomprensible e inédito, Netflix ha decidido censurar los garabatos que se dicen en la serie utilizando un pitido fuerte y molesto, que desconcentra y no tiene sentido. Porque ataca precisamente a una serie incorrecta, porque está dirigida a adultos y porque, censurar una obra artística, más parece un mal recuerdo de décadas pasadas que un presente para una compañía de streaming que debería tratar a los adultos como tal. Un sinsentido.


Rodrigo Munizaga

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